El otro día me llamó un cliente y me contó una larga historia. En el año 2002 decidió comprarse una parcelita en la sierra madrileña y hacerse un chalet de fin de semana. Dos plantas, piscina, un jardín inmenso para que jugaran su hija y sobrinos. Se había hecho hasta un huertecito y todo.
Con la hipoteca no tuvo problemas. Le financiaron hasta el 100%, eso sí, a costa de que sus padres hicieran de avalistas en la operación, ya que no podía poner su propia casa de aval al tener otra hipoteca sobre ella.
El caso es que los tiempos cambiaron, los tipos de interés se dispararon y durante cierto tiempo pudieron tirar de algunos ahorrillos para hacer frente a las dos hipotecas. “Bueno, ya vendrán tiempos mejores”, es lo que se decía. » Leer más: Seguro decenal sin OCT, la solución para los autopromotores